Creemos que la propuesta del Museo Participativo del Juego desdibuja los límites duros en la escuela y también de ésta con el afuera. A este “feedback” se refiere Marta Dujovne, autora del libro “Entre musas y musarañas”. Una visita al Museo.(1995) al remarcar la importancia de unir la dimensión del museo con el sistema educativo.
Por otro lado, como dice la autora: “para desacralizar los museos debemos cambiarles el tono, pero sobre todo favorecer los museos pequeños fácilmente accesibles y directamente relacionados con problemáticas concretas”. Esta cercanía y concentración en un tema favorece el aspecto pedagógico del Museo visitado recientemente.
Se trata de una experiencia pedagógica de aprendizaje informal, donde como describen Asencio y Pol en “Nuevos escenarios en educación”. (2002), se refuerzan procedimientos y habilidades que muchas veces el dispositivo escolar limita. Por ejemplo, los alumnos visitantes no sólo juegan los juegos sino que participan en la construcción y se llevan un modelo para continuar haciéndolo en sus hogares. Con esto se le da a los chicos y sus familias la posibilidad de integrar esta temática proyectándola a su vida, pudiendo incluso multiplicar las vivencias transmitiéndosela a otros.
Otro aspecto interesante, además de la participación de los alumnos visitantes, es la función de monitoreo de los alumnos de séptimo grado, verdaderos “mediadores comunicativos”, que permiten el acceso al mensaje del museo en su contenido y continente, o dicho de otra manera, al criterio expositivo y lo que ocupa el espacio museístico.
Esto se relaciona con “el visitante (o receptor) activo”, que puede recrear lo que asimiló de la exposición a partir de los indicios y de su propia capacidad. La idea de receptor activo es tomada de las nuevas corrientes de la Comunicación (estructuralismo), que precisamente es el marco teórico del contenido comunicacional a trabajar.
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